A
jumped-up pantry boy
who never knew his place
He said "return the ring"
who never knew his place
He said "return the ring"
Hay algunos futbolistas
que son la representación del pueblo. Futbolistas, que mas allá de poseer un
talento mayor o menor, son capaces de transmitir la pasión y la visceralidad
con la que los aficionados viven el fútbol Estos futbolistas, suelen ser
amados por los aficionados, pero no necesariamente por los entrenadores, que en
ocasiones desconfían de estos talentos, muchos de ellos fogueados en la calle,
lejos del rigor de las academias. Paul Gascoigne era uno de estos futbolistas.
Nació en Gateshead, cerca
de Newcastle, en una familia obrera. Ya desde pequeño, Paul daría muestras de
lo que nos encontraríamos durante su carrera futbolística: El talento para
jugar al fútbol y la inestabilidad dentro de su vida personal, no teniendo una
vida fácil, al sufrir la muerte de su padre siendo muy joven, y siendo
responsables de algunos delitos menores. Con 13 años, Gascoigne ficha por las categorías
inferiores del Newcastle, donde comenzaba a destacar por su habilidad con la
pelota, mientras se iba haciendo famoso por sus anécdotas: Es una tradición que
los miembros de los equipos juveniles se hagan cargo de las botas de los
jugadores de la primera plantilla, y a Gascoigne le tocaron en suerte las de uno
de los mayores jugadores de la historia de Inglaterra: Kevin Keegan, botas que
inevitablemente, Paul extravió. Sin embargo, su carrera iba viento en popa,
debutando con las “Urracas” en 1985, permaneciendo en la disciplina del club
hasta 1988, cuando el Tottenham se hace con sus servicios por dos millones de
libras.
Ahora es cuando Gascoigne comienza a ser
considerado una estrella por todo el mundo. Con los “Spurs” sigue maravillando
a todos por su juego, mientras que su popularidad se dispara. Paul era un joven
alegre y divertido, que gustaba de salir por los pubs hasta altas horas de la
madrugada, y que sin embargo, jugaba como los mejores. Empezó a jugar para la selección inglesa, donde dejo otra de sus míticas anécdotas, cuando tras acabar un partido con la selección nacional, se le pudo ver en un pub, tomándose una pinta, con la equipacion de la selección y las botas puestas. Gascoigne fue convocado para el Mundial de Italia 90, junto con otros
futbolistas como Barnes, Waddle o Lineker, siendo una de las selecciones
inglesas más potentes de todos los tiempos, que se plantaría en las semifinales,
donde fue eliminada por Alemania Occidental. En este partido, Gascoigne dejo
una de las imágenes de la historia de los mundiales, cuando comenzó a derramar sus lágrimas al recibir una amarilla que le impediría jugar la hipotética final.
Lágrimas infantiles, de un niño que solo quería que le dejaran jugar al fútbol
y que todo lo demás se lo tomaba como un juego. Tras el Mundial, la publicidad
de Gascoigne se dispara: Protagoniza videojuegos para recreativas con su
nombre, colabora con grupos ingleses como “Lindisfarme”
cosechando éxitos en las listas de ventas, su juego sigue creciendo, y a pesar
de tener un par de campañas marcadas por las lesiones, y sus constantes
problemas fuera de los terrenos de juego, llevo al Tottenham a la final de la
FA Cup, con un golazo de falta a la escuadra en las semifinales contra el Arsenal. Pero en la final, Gascoigne volvió a mostrar su otra cara, la del
hombre que, como cantaban los Smiths, “nunca supo su lugar”, destrozándose el
ligamento en los primeros minutos de partido tras una terrible e innecesaria entrada a un jugador del Nottingham Forest, su rival en aquella final. Finalmente, las
cosas parecían de cara para él, y su equipo se impuso en el partido, mientras
que Paul confirmaba su pase a la Lazio italiana, por 5,5 millones de libras, el
doble de los que había costado. A “Gazza” parecía que le seguían sonriendo las
cosas…
Ahora que he mencionado el apodo “Gazza”, poco
saben que el nombre viene de su periplo “Laziale”. Gazza es la palabra italiana
para Urraca, el apodo del Newcastle, el primer equipo de Gascoigne. En aquella época,
Italia era el epicentro del mundo futbolístico: Todos los futbolistas de
talento querían probar allí su valía, y en una época en la que el dinero corría
con facilidad, todos los conjuntos tenían su estrella, juntando un amplio
ramillete de aspirantes al título. En aquella época la Lazio contaba con
jugadores como Signori, Fuser o Riedle, y Gascoigne iba a ser la joya de la
corona, y como tal lo recibieron los tiffosi. Sin embargo, “Gazza” estaba todavía
convaleciente de su lesión de rodilla, después de decidir que la mejor forma de
recuperarse de ella era en un pub, donde cayó por unas escaleras después de recibir un puñetazo
en una pelea, agravándose la lesión, y volviendo a pasar por quirófano.
Gascoigne dejo grandes destellos de calidad en
sus apariciones con la Lazio, como sus goles contra la Roma, para empatar el partido en el último minuto, un golazo contra el Pescara, y algunos partidos
donde demostró, que de haber estado sano, y centrado en el juego, podía haber sido una de las grandes estrellas de aquella época. Sin embargo, y al igual que
le ocurrió durante el Mundial, le falto ese puntito definitivo que separaba a
los Cracks, de los verdaderamente grandes. A pesar de ello, los aficionados “Laziales”
le adoraban, siendo siempre uno de los favoritos de la grada por su habilidad y su carácter irreverente, del que también dio muestras, como aquella vez que fue
expulsado, y se fue saludando uno por uno a todos los rivales. En la última
temporada, la 94/95, una lesión solo le permitió disputar 4 encuentros,
apareciendo con un aspecto de “Hooligan” total, con la cabeza afeitada y mayor
volumen, en contraste con su cabellera de antaño. Ese verano, salía en dirección
a Glasgow, al lado protestante de la ciudad.
Allí, durante sus primeros años, Gascoigne volvió
a recuperar su fútbol, siendo el mejor futbolista de un equipo que conquisto 2
ligas, una copa de la liga, y una copa escocesa, siendo nombrado mejor jugador de la liga durante su primera temporada allí, la 95/96. En aquel equipo coincidió
con otros grandes futbolistas como Brian Laudrup, o Ally McCoist. “Gazza”,
seguiadando muestras de ser un gran futbolista, pero también de que iba por un
camino de provocaciones e inestabilidad que no auguraban nada bueno, como
cuando se le ocurrió celebrar un gol, haciendo que tocaba una flauta, al estilo
de las polemicas marchas de la unionista “Orden de
Orange”, en pleno “Old Firm” contra
el Celtic, o la pelea que tuvo con McCoist en el vestuario durante el descanso
de otro partido contra el Celtic. Al final del partido ganaron los “Gers”, y Gascoigne
y McCoist estuvieron compartiendo unas risas. Por aquella época, Paul también volvió
a las convocatorias de la selección inglesa, con motivo de la disputa de la
Eurocopa de 1996, que se iba a disputar, precisamente en territorio ingles. Allí,
“Gazza”, acompañado por Ince, Adams, Shearer, volvió a demostrar su nivel,
marcando un soberano golazo a sus amigos escoceses, y llegando de nuevo hasta
semifinales, donde volvieron a caer a manos de los alemanes en la tanda de
penaltis. Gazza seguía jugando bien en el Rangers, y su nombre seguía en las
convocatorias de Inglaterra, hasta que de nuevo su carácter, le volvió a jugar
una mala pasada: Fue cazado borracho, degustando un Kebab a altas horas de la madrugada,
a una semana de la convocatoria para el Mundial de 1998 en Francia, por lo que
el seleccionador Glenn Hoddle, decidió no convocarlo. “Gazza”, volvía a
demostrar su mentalidad infantil, en la que todo era un juego, destrozando la habitación
del hotel donde se alojaba.
A partir de esto, la cuesta abajo y sin
frenos: Sale del Rangers, y ficha por el Middlesbrough, por 3,4 millones de
libras, pero no llega a jugar a su nivel, y tiene que salir del club por varios
incidentes, entre ellos, estampar el autobús del equipo completamente borracho.
De ahí al Everton, donde también sigue de juerga en juerga, y de lio en lio.
Ficha por el Burnley, de segunda, pero no lo consigue ascender, y desde ahí comienza
su periplo por las clínicas de rehabilitación, buscando acabar con sus
tormentos, pero las clínicas no son para él, así que decide irse a China, al
Gansu Tiana, donde ficha como entrenador-jugador, y desde ahí, finaliza su
carrera en el Boston United. A partir de eso, el hombre que una vez fue uno de
los más queridos y populares personajes de Inglaterra, se convirtió en un
elemento de burla, y portadas para la prensa, que se alimentaba de sus caídas y recuperaciones cíclicas, solo
para volver a caer otra vez.
Hay personas que parecen nacidas con el propósito
de cabalgar hacia el abismo, lenta e inexorablemente, que nada puede remediar
que se vayan hundiendo cada vez más en sus miserias, a pesar de contar con un
don entre las manos, por el que muchos serian capaces de darlo todo. Paul
Gascoigne es uno de estos hombres: Solo es feliz jugando al fútbol y el resto
de la vida se la toma como una broma. Hay jugadores que son capaces de conectar
con la afición de una forma tan intensa, que a pesar del tiempo, siguen dejando
un recuerdo en la retina del aficionado, capaces de hacerse perdonar cada uno
de sus tropiezos, de sus fallos, porque sabes que al siguiente instante, te
puede regalar una jugada que nunca vas a olvidar. Ese era “Gazza” un
futbolista, de los que probablemente se estén extinguiendo, de los que son
capaces de llevar al césped, el juego y el sentimiento de la calle, de expresar
en el campo, la pasión del aficionado, y de ser querido por ellos.
Paul Gascoigne siempre fue eso: A Charming Man
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